AQUEL LUGAR DONDE SE FORJARON NUESTROS DESTINOS.
PEPE COUCEIRO.
Muchas generaciones han pasado por el actual Instituto de Enseñanza Secundaria Bergidum Flavium desde 1967. Seguro que la gran mayoría de alumnos que pasaron por sus aulas tuvimos vivencias similares, incluso compartidas, pero que cada uno interpretaba de forma diferente. Lo cierto es que, para bien o para mal, marcaron nuestras vidas para siempre. Permitidme que os hable de las que padecí y disfruté durante los primeros años de su andadura.
PEPE COUCEIRO.
Muchas generaciones han pasado por el actual Instituto de Enseñanza Secundaria Bergidum Flavium desde 1967. Seguro que la gran mayoría de alumnos que pasaron por sus aulas tuvimos vivencias similares, incluso compartidas, pero que cada uno interpretaba de forma diferente. Lo cierto es que, para bien o para mal, marcaron nuestras vidas para siempre. Permitidme que os hable de las que padecí y disfruté durante los primeros años de su andadura.
Constantemente participábamos en experiencias de todo
tipo, sobre todo deportivas. Tanto en mi caso como en el de mis amigos disfrutábamos
de los espacios habilitados para estas actividades dentro y fuera del recinto
del Instituto. Daba lo mismo si ese día
tocaba jugar al baloncesto, balonmano, futbol o balonvolea, el caso es que nos olvidábamos
del tiempo hasta que, de forma inesperada, llegaba a nuestros oídos el desagradable
y estridente sonido emitido por aquel timbre que nos sacudía del dulce ensimismamiento
deportivo y nos invitaba a subir de nuevo a las aulas y ocupar nuestros
respectivos pupitres.
Alumnos de distintos cursos del Instituto en una excursión a Andalucía en el año 1974. La foto corresponde al Patio de los Leones de la Alhambra de Granada
Con la llegada a las aulas nuestros pensamientos anteriores eran reemplazados por otros que variaban sustancialmente en función del profesor que aparecería tras el marco de la puerta. También diferían si ese día se repartían exámenes con la nota en su esquina superior o si “tocaba” salir a la pizarra y responder preguntas formuladas por personajes que algunos llegábamos a imaginar con vestimenta de rojo intenso, con “cuernos” y “rabo”, por los malos momentos que nos hacían pasar delante del resto de compañeros.
Excursión de Ciencias Naturales de 5º Curso. Entre ellos reconozco a Toño Alija (con bufanda), a su lado Josefa Lago, Paco Friera y Quino Carrasco (Archivo de Toño Alija)
Objetivamente, desde la valiosa perspectiva que ofrece el tiempo, todos mis profesores, sin excepción, cumplieron con creces su importante labor. Es cierto que los había duros y blandos, empáticos e indiferentes, cultos y rudos, inteligentes y limitados, pero cada uno nos ayudó, aportando su particular grano de arena, a conocer el mundo más allá de nuestras endebles y limitadas fronteras. Probablemente sin ser conscientes de ello, muchos de ellos nos ayudaron a cimentar la base desde la cual cada uno comenzamos a erigir algunos de los pilares más importantes de nuestro carácter.
Desde un punto de vista totalmente subjetivo, era
admirable contemplar la elegancia, el estilo y la educación de D. César,
nuestro profesor de lengua, las magistrales lecciones con las que D. Calixto nos
hacía comprender la física, el señorío y la cultura de Dª. Elena en sus
historias sobre la historia, la disciplina espartana a la que éramos sometidos
por Dª Sagrario en sus clases de física y química, la vehemencia de D.
Francisco Mate con el latín, las interminables carreras o los temerarios saltos
de potro a los que nos sometía D. José Uría en la hora de gimnasia, las buenas
intenciones de mi admirado D. Dámaso y D. Manuel con su religión, la empatía mostrada
por D. Gaudioso entre sus alumnos y la permanente sonrisa que Dª Resurrección
Garrido regalaba por doquier, ejerciendo con verdadera maestría la dirección
del Instituto en aquellos años.
No puedo olvidarme del viaje fin de curso a Italia en
1975 y de todo lo que aconteció en nuestra permanente búsqueda de financiación
externa. Además de afrontar la venta de un interminable número papeletas para
el sorteo de un mini, que al final eran nuestros padres los que se quedaban con
ellas, también limpiábamos las aulas de las escuelas de primaria. Pero fue
durante las fiestas de Pascua de ese año cuando conseguimos la mayor
recaudación y donde realmente disfrutamos cuando conseguimos un puesto de venta
de pinchos, bocadillos, vino y refrescos que ubicamos en la prazuela de la
actual cafetería Aitor. Fue, con diferencia, el punto más frecuentado de las
fiestas gracias al vino que previamente habíamos adquirido en una de las
bodegas familiares que, de aquella, todavía abundaban por el pueblo.
Amigos del Instituto acompañándome a la Fontana di Trevi en Roma en el año 1975. Con el folleto turístico la directora del Instituto de aquellos años Dª Resurrección Garrido con Dª Sagrario a su lado. Puedo recordar algunas de mis mejores amigas presentes como la actual famosa escritora Yolanda, la doctora Resu y la ingeniera Lupe
Me gustaría contaros dos anécdotas que marcaron para bien mi futuro. Comenzaré con la protagonizada por D. César. Era el día del examen de selectividad en Ponferrada y le tocó vigilar el aula donde se llevó a cabo. La prueba correspondía a la asignatura de lengua y una de las preguntas consistía en analizar el tradicional comentario de texto. El artículo en cuestión versaba sobre la goma de mascar o chicle. Después de leerlo y releerlo una y otra vez no daba con el título apropiado que había que inventarse. D. César, que no paraba de pasear por los pasillos, en un momento dado se acercó a mi pupitre, se dio cuenta que tenía problemas con el título, se agachó y me susurró al oído: “El chicle y sus circunstancias”. Posteriormente pude comprobar que, de igual manera, se acercaba disimuladamente a otros de sus alumnos para ayudarles en sus propias particularidades
El protagonista de la segunda fue D. Juan Antonio Viñuela, nuestro profesor de matemáticas y uno de los huesos junto a Dª. Sagrario, no porque realmente fuera duro sino por la dificultad inherente de la asignatura. Corría también el año de selectividad y para acceder a ella teníamos que aprobar las asignaturas de COU. Al finalizar el curso obtuve un 4,5 en su asignatura y Juan Antonio, en un gesto inolvidable, me la dejó en un 5 para que pudiera presentarme. No tengo ninguna duda de que el resultado de esa decisión transformó mi vida. El impulso dado a mí maltrecha autoestima al aprobar la selectividad fue suficiente para afrontar la vida de una forma totalmente diferente. ¡¡Mi sincero agradecimiento a ambos!
Todos los recuerdos de mis compañeros de Instituto son buenos, hasta los contados altercados con algunos de ellos los percibo en este momento como algo positivo. En lo deportivo es difícil de olvidar a Hipólito que con su gran envergadura todos lo queríamos en nuestro equipo o a Kike, verdadero talento en lo deportivo. En el entorno más cercano siempre estaba rodeado de amigos y amigas no solo de Cacabelos sino de Quilós, Magaz, Valtuille, Toral, etc. Algunos de los que llego a recordar son: Toño Alija, Pepita Lago, Guadalupe Martínez, Resurrección González, Carlos Castañeiras, Javier Carrete, Antonio Cascallana, Antonio Lobato, Florencio (Jotiti), y un largo etcétera que el día menos pensado brotarán de nuevo de mi memoria.
Acompañándome en las escaleras del Instituto, algunos de los que fueron mis compañeros en el año 1975: Javier Carrete a mi lado; mirando de cara a la foto, un portento de inteligencia y voluntad: Josefa Lago. A su lado Dª Sagrario. También se hallan presentes Lupe, Resu, Mari Carmen y Elena Troitiño, entre otras.
La
velocidad con la que han pasado estos 50 años ha sido vertiginosa. El tiempo se
ha llevado a muchos amigos, compañeros y profesores. Es ley de vida, pero
también es ley disfrutar de cada momento como si fuera el último. Eso es lo que
he estado haciendo este fin de semana mientras escribía para todos vosotros por
encargo de mi amigo Carlos de Francisco. Enhorabuena a los alumnos y profesores
que han pasado por este Instituto desde su nacimiento. Ha sido un orgullo
estudiar en este lugar del que han salido tantos talentos en todos los órdenes
y que, actualmente, están contribuyendo a mejorar el mundo. Por mi parte solo
queda añadir mi sincero agradecimiento a todos con los que compartí alegrías y frustraciones.
Al fin y al cabo, fueron las que nos ayudaron a enfrentarnos a la vida con
mayor conocimiento y comprensión.
GRACIAS A TODOS POR TANTO!
y también nosotros agradecemos a Carlos de Francisco hacernos llegar este auténtico regalo para todos.
Pepe, gracias ��, describirlo mejor, casi imposible.
ResponderEliminarCuántos recuerdos me vienen a la memoria leyendo este bonito texto: Y como dices, Pepe ,para mi también ha sido un orgullo estudiar en nuestro Instituto de Cacabelos. Ángeles desde Vigo
ResponderEliminarQuerido Pepe, querido amigo! cômo me has hecho llorar de ...saudades varias!!! Tu que eras un ejemplo a seguir en todos los sentidos!!! Expresas perfectamente el ambiente de aquellos años que -como dices- nos maracaron positivamente! Gracias por recordar a los profesores! yo escribo gracias a Don César y pinto gracias a Don Luis.....Emocionada por leerte aquî y por ver las fotos. Un abrazo
ResponderEliminar@YolandaAlba.Writer
Muchas gracias por este emotivo documento. Seguro que aquellos que compartieron aula contigo han sentido algo muy especial al leerlo. Y gracias por ese grato recuerdo de los profesores.
ResponderEliminarGracias Pepe ,yo no habría podido describirlo mejor ,la verdad q fueron unos años muy importantes para luego afrontar la vida ,yo los recuerdo con mucho cariño .Un abrazo
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